XII. San Juan del Norte-Bluefields

7:15H. Estoy con Mark en el muelle de San Juan del Norte, vamos a compartir trayecto hacia Bluefields. A las 8:00h. sale la lancha rápida. Y como no tenemos reserva preferimos estar prontito para sacar el boleto (billete). El muelle es como una parada del autobús, una marquesina y un poyato para sentarte. Allí no hay orden de llegada, llega la lancha y “mariquita el último”. La salida es casi puntual, 10 min de retraso, aquí un lujo…. Nos sentamos justo detrás del guía ó ayudante del patrón. Detrás nuestro el resto del pasaje. A los 5 min. de zarpar tenemos que parar en un puesto de control del ejército, nos piden la documentación y nos revisan muy por encima el equipaje. Problemas, el listado no coincide con los que vamos a bordo. Recuentan y recuentan, no se ponen de acuerdo, los niños si cuentan, los niños no cuentan…. Después de 20 min. nos dan vía libre y partimos. También aprovechan para cobrarnos el viaje, 600 córdobas, 30$ ó 20€. Para ellos muy caro, y para mi…. Regular. Otros 5 min. más tarde otro control del ejército. Y la misma historia, no cuadra el listado…. 15 minutos más tarde nos dejan partir… La lancha vuela sobre la desembocadura del rio San Juan. Dejamos a nuestra derecha la barra de arena que nos separa del mar, a modo de rompeolas. Por encima de ésta de ve el Caribe algo picado, las olas rompen contra la barra…. Y llega el momento complicado, pasar de las aguas calmas del rio al mar sobre las agitadas olas en una lancha ó cayuco moderno, pero con nuestros correspondientes chalecos salvavidas, eso si. El guía no para de dar indicaciones al patrón, a la derecha!!!!, a la izquierda!!! Pegando unos botes….., bueno saltos sobre las olas de muerte.

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Sentía como la lancha quedaba algunos momentos completamente en el aire, y la caída era mortal. Yo al tercer bote salí volando y menos mal que caí dentro, ya me quedé tumbado y acojonado. Mark no paraba de reírse y grabar con la cámara, y yo: Más despacio, que soy de tierra adentro…. Que miedo!!!

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Me costó bastante rato llegar a coger el tranquillo de aquello, ya que quedaban como tres horas por delante para llegar a destino, también de vez en cuando llovía. Veía como el resto del pasaje iba tan tranquilo, y los niños durmiendo…. Yo flipaba. El error fue que nos sentamos en el lugar equivocado. Del centro de la lancha hacía su proa (parte delantera) es donde más se notan los botes. Hay que sentarse lo más hacia la popa (parte trasera) que se pueda. Pero ya en marcha y a 36 Nudos!!! de velocidad, imposible cambiarse de sitio. Después de una hora más o menos ya no sentía gran parte de mi cuerpo, pero empezaba a disfrutar de aquello. Era algo totalmente nuevo para mi…. Será por aquello de que “sarna con gusto no pica….” Pero después de otra hora quería que aquello parase, y poder descansar un poquito. Hasta que el patrón pone rumbo a tierra. Todo el trayecto íbamos paralelos a la costa, se veía a lo lejos, podíamos decir eso de “tierra a la vistaaaaaaaaa……” Y de vez en cuando pasábamos cerca de alguna islita. Según nos acercábamos podíamos ver algunas casas aisladas por la ladera. Era Monkey Point, un pueblo en lo más remoto del mundo. Masegoso a su la lado sería como….. Paris, p.e. Solo se puede llegar por el mar, y transporte público solo hay dos días a la semana y dependiendo del estado del mar. En éste pueblo ó aldea, no atracamos, no existe muelle para ello, la lancha se acerca una calita muy pequeña hasta que toca fondo. Algunos pasajeros se bajan, y de paso también nos toca pasar un control del ejército.
Se nos acercan unos chavalotes, alguno en camiseta, otro en bañador, pero ambos con el kalashnikov colgado. Nos piden la cedula de identidad (DNI en España), yo le doy una fotocopia en color plastificada del carnet de conducir (del nuevo), lo revisa y apunta unos datos en su cuaderno. Mark le da su pasaporte, y el soldao después de mirarlo de un lado y de otro le dice que eso no vale, “la cedula!!!”. Mark se queda con una cara de: Y ahora que hago… Le decimos que los extranjeros normalmente solo viajan con el pasaporte, que ellos no tiene cedula. Al final apunta algo en arameo y se lo devuelve. Después nos piden que abramos los equipajes, que los van a revisar. Yo me quede pálido pensando que en mi neceser de medicamentos llevaba una bolsita con el bicarbonato que me vendieron en San Juan para hacerme mi acuarius casero. Y si estos soldados intrépidos dudarían de lo que yo les dijera. Que era bicarbonato…. Que había estado malo….. pppfffffffff. Me veía en ese poblacho, en una celda de chapa, asao de calor y humedad, comiendo bichos y comiéndome ellos a mi, sin posibilidad de comunicarme con nadie..... Hasta que me dio mi equipaje para que lo cerrase. No lo vio!!!! Aleluya!!! Os juro que di gracias a Dios....



Retomamos rumbo hacía Bluefields, al mismo ritmo…… A la hora de viaje se para la lancha en mitad del mar, bueno se divisaba tierra. Estaba pidiendo el patrón con su móvil permiso para entrar por la bocana natural del puerto del Bluff. Según se entra se ve un cementerio de barcos, impresionante, nunca lo había visto, era como en las películas….



Atracamos en el Bluff para repostar, y cuidado de bajarnos, aquello está repleto de tíos deseando timarte o robarte. Repostamos y partimos. Solo nos quedan 15 min. me dice el guía, me veía mi cara de querer llegar.

El puerto de Bluefields también asombra. Es un puerto pequeño, pero repleto de barcos de todo tipo y antigüedad, lleno de vida.


Cuando te bajas de la lancha es como cuando te bajas del taxi en cualquier mercado del país, te acosan ofreciéndote de todo. Menos mal que ya tenemos escuela en esto y pasamos como Pedro por su casa, eso sí, con mil ojos.